¿Por qué el miedo a conducir afecta más a las mujeres?

¿Es cierta la idea de que, por término medio, las mujeres temen más coger el volante? ¿Quién crees que presenta mayor riesgo en la conducción? Te lo explicamos en la siguiente lectura.
¿Por qué el miedo a conducir afecta más a las mujeres?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 05 octubre, 2023

Seguro que has oído en más de una ocasión que el miedo a conducir afecta más a las mujeres. Esta aseveración tiene una parte de verdad. Por término medio, cuando este temor se vuelve patológico y aparece la amaxofobia, la incidencia es más significativa en el sexo femenino. Pero detrás de esta realidad hay variables que, a menudo, se pasan por alto.

La angustia en la conducción se relaciona sobre todo con factores culturales. Ellas suelen ser víctimas de los estereotipos y la idea sesgada de que son peores conductoras que los hombres. La falta de autoestima y el temor a causar daños a terceros son variables psicológicas que inoculan ese desasosiego irracional y autoconstruido. Profundicemos un poco más en el tema.

«Nada en la vida es para ser temido, sino para ser comprendido. Ahora es el momento de entender más, de modo que podamos temer menos».

~ Marie Curie ~

Razones de por qué el miedo a conducir afecta más a las mujeres

En nuestras carreteras hay cada día millones de buenas y buenos conductores que realizan sus itinerarios con normalidad. Algunos son más diestros; otros un poco menos. Sin embargo, en nuestra cultura es habitual escuchar aquello de «mujer al volante, peligro constante». Con frecuencia, las narrativas sociales sobre la conducción desarrollan un sesgo de género perjudicial.

Vivir en una cultura —e incluso en una familia— en las que son frecuentes estos tópicos no solo duele, también condiciona. Pero lo cierto es que cada vez hay más mujeres que conducen taxis, autobuses y vehículos de gran tonelaje. Tal vez, a medida que se deje de poner en duda su competencia, desaparezcan los miedos. Argumentamos, a continuación, estas ideas.



Los miedos también son culturales

Los miedos no tienen género, pero pueden estar influenciados por el entorno del individuo. Por ejemplo, en Arabia Saudí, hasta el 2018, no se les permitió a las mujeres sacarse la licencia de conducción. En Belice se les prohíbe trabajar en el transporte de pasajeros, al igual que en Kazajistán. Hay decenas de países con serias y cavernarias restricciones en esta materia.

Asimismo, es importante destacar la relación que desde siempre han tenido ambos géneros con los coches. Para ellos, el hecho de obtener el carnet es como un rito de paso a la adultez. Las niñas, por su parte, al ver jugar a sus hermanos con los vehículos, internalizan la idea de que la conducción «es cosa de hombres» y que lo normal es que ellas viajen de copiloto.

Si el miedo a conducir afecta más a las mujeres, se debe, en parte, al peso de estos condicionantes culturales. Es más, puede haber muchos hombres con el mismo temor. No obstante, la presión que sufren ellos ante la idea de que son muy hábiles con todo lo relativo a los vehículos quizás incentiva a que silencien su ansiedad y no quieran hablar del tema.

La ansiedad y los pensamientos irracionales

El miedo a conducir en mujeres es real y aparece en una parte de este sector poblacional. De acuerdo con un trabajo publicado en Journal of Transport & Health , es alrededor de los 35 años cuando ellas demuestran un mayor nivel de ansiedad a la hora de coger el coche.

A partir de los 55 años el malestar se reduce, hasta el punto de que, a mayor edad, menor es la ansiedad en ambos géneros. Esto puede deberse a la experiencia adquirida y a una mejor regulación de las emociones y las creencias limitantes. En este sentido, es importante destacar el peso que tienen los pensamientos irracionales. Analizamos los más comunes:

  • Temor a no saber reaccionar en condiciones adversas: conducir de noche, con lluvia, con niebla… La mayoría de los conductores experimentan cierto respeto a este tipo de situaciones. Sin embargo, una parte de las mujeres piensa que tendrán un accidente si conduce en dichos contextos y, por tanto, prefieren evitarlo.
  • Miedo a dañar a alguien: hay un temor recurrente en las damas a la hora de coger el volante. Es la idea de que atropellarán a alguna persona o harán daño a quienes viajan en su vehículo. Dicha angustia es frecuente cuando tienen hijos. Son autopercepciones irracionales que, de no dominarse, es posible que deriven en amaxofobia.
  • Síndrome de la impostora: «soy una mala conductora», «no seré capaz de hacer este trayecto por la autovía», «todos creen que podré realizar ese viaje, pero seguro que me pierdo o tengo un accidente». Un estudio publicado en Frontiers in Psychology señala que este síndrome es más común en las mujeres y que merma por completo sus competencias.
Muchas veces, el miedo a conducir se desencadena por experiencias traumáticas o accidentes previos. Tal temor aparece por igual en hombres y mujeres. Solo que ellos son más reacios a la hora de evidenciar su angustia o de pedir ayuda.

La teoría de la amenaza del estereotipo

Después de enunciar los anteriores miedos irracionales que intensifican la ansiedad en la conducción femenina, es posible que te preguntes ¿de dónde proceden este tipo de ideas tan desgastantes? En la mayoría de los casos, dichos enfoques mentales negativos se retroalimentan del peso de los condicionantes culturales ya indicado.

Es más, en una investigación divulgada en la revista Accident; Analysis and Prevention nos describen una explicación más. La teoría de la amenaza del estereotipo refiere que cuanto más intensos son los prejuicios sociales, más afecta a la visión de su propio rendimiento. Cuesta mucho confiar en sí misma si el entorno y hasta la sociedad te pone en duda.

Ahora bien, ese trabajo también apunta otro dato significativo: la realidad nos dice que las mujeres tienen menos accidentes y que conducen de manera más segura que los hombres. Dichos estereotipos, por tanto, se sustentan a veces en ideas falsas.

Factores sociales que suelen pasarse por alto

En la actualidad, es muy común que tanto los chicos como las chicas se saquen el carnet de conducir a los 18 años. No obstante, es más probable que ellos tengan antes un coche propio. Esto hace que muchas jóvenes pasen un tiempo sin coger el volante y se habitúen a que sus parejas, amigos o familiares las lleven.

El hecho de no conducir con frecuencia un coche y perder el hábito eleva la inseguridad. Si a ello se le añaden los comentarios del entorno, es común que todo esto afecte a la autoestima y a la visión de la propia autoeficacia. Aunque es cierto que estas dinámicas están cambiando, un porcentaje de mujeres viven este tipo de realidades personales.

El miedo es común en la mujer; pero ellos tienen más accidentes

El miedo a conducir afecta más a las mujeres, pero esto no se traduce en mayores incidentes en carretera. De hecho, según Frontiers in Psychology, a los varones más jóvenes les preocupa menos tener accidentes de tráfico. Asimismo, informes como los publicados por el Instituto de Seguros para la Seguridad en las Carreteras (IIHS) ofrecen datos ilustrativos.

Desde 1975 hasta 2019, las muertes de hombres por accidentes fueron más del doble de las muertes de mujeres. Además, ellos demuestran, por término medio, conductas más arriesgadas en carretera, como saltarse las normas de circulación vial, conducir sin cinturón o beber alcohol. La impulsividad, la temeridad y hasta el exceso de confianza suelen explicar estas variables.

Aunque es obvio que hay muchas diferencias individuales, así como que hay hombres muy responsables y mujeres que pueden derivar en estas conductas, estos informes son significativos. Nos revelan que hay tópicos sin fundamento que ponen en duda durante décadas la capacidad de ellas para conducir. Y esto es algo que debemos reformular.



Romper estereotipos, una responsabilidad de todos

¿De qué manera podríamos abordar el miedo a conducir en las mujeres? Es obvio que, en situaciones serias como la amaxofobia, hay terapias psicológicas muy efectivas. Ahora bien, ese temor a la conducción se nutre, en su mayoría, por desencadenantes culturales. Es ahí, en la esfera social, donde debemos desarticular estereotipos y crear nuevas narrativas.

Las niñas necesitan referentes y es verdad que cada vez hay más mujeres que conducen autobuses, trenes, ambulancias y son profesoras de autoescuela. Todo ello es un avance, pero hay que trabajar dichos modelos en el hogar. Es positivo que vean a sus padres de copiloto en el coche mientras las madres conducen y que jueguen desde pequeñas con automóviles si lo desean.

Reforzar su autoeficacia desde edades tempranas, sin poner en duda sus habilidades, es esencial. Ser competentes en la conducción no es cuestión de género, sino de responsabilidad personal y una oportunidad de adquirir experiencia. Eso es algo que todos podemos alcanzar por igual.


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