Como darle la vuelta al fracaso

Como darle la vuelta al fracaso
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Yamila Papa

Última actualización: 23 agosto, 2023

Si tienes un objetivo en la vida, no cuentas con el permiso de cometer errores, retrasarte, ni mucho menos, incumplirlo. No llegar a la meta en el tiempo pautado, es para muchos, sinónimo de fracaso. Si buscamos en el diccionario qué quiere decir esta palabra, su definición es: “suceso lastimoso, funesto e inopinado”. ¿Cómo podemos entonces transformar los resultados negativos en positivos?

Todo dependerá, en primera instancia, cuál es nuestra idea de “fracaso”. Si lo creemos como una imposibilidad para cumplir una menta propuesto o conseguir algo que deseamos no es lo mismo que si lo vemos como una posibilidad de seguir adelante, una nueva chance que nos da la vida. No es el final del camino, sino un obstáculo más que debemos sortear. Por ello, lo que no está realmente permitido es que una equivocación nos frustre y nos derrumbe.

Cuando se presenta cualquier tipo de inconveniente o problema, es común no saber cómo actuar. Esto se debe a que carecemos de las herramientas adecuadas para salir adelante, nos falta tolerancia hacia el fracaso y sufrimos de frustración por todo el esfuerzo que la tarea nos ha llevado. Sentimos que todo ese trabajo no rindió sus frutos o que fue en vano en el camino por alcanzar nuestros objetivos.

La dificultad para levantarnos después de una caída se puede deber a diversas razones, en su mayoría bio-psico-sociales. Esto quiere decir, las herencias neurobiológicas sumadas a la visión que tiene la sociedad sobre este hecho. Se cree que el fracaso es una falta de conocimiento, de evolución, de cambio.

En la vida actual, una persona debe “cumplir con ciertos patrones sociales”, que van desde tener un buen empleo a formar una familia, y esto nos condiciona sobremanera. Sin dudas, esta presión ejercida a nivel comunidad es muy negativa para nuestro desarrollo como personas. ¿Es un fracaso no querer casarse?, ¿Se trata de una equivocación elegir un empleo que nos haga feliz y no millonarios?, ¿está mal no comprar todo aquello que muestran los medios de comunicación? Al parecer, sí.

Los mensajes que recibimos desde que somos pequeños nos hacen creer que el fracaso es sinónimo de humillación, algo negativo. No por nada los niños tienen tantos problemas cuando no sacan buenas calificaciones ni son los mejores en el deporte que practican. Esto después continúa en nuestro inconsciente y lo repetimos cuando somos adultos.

Basta una sola equivocación para vernos sumidos en la frustración y en la disminución de la autoestima. La frustración y el fracaso están más presentes, según los expertos, en las poblaciones más vulnerables, ya que, en la medida que poseemos una mejor educación, conseguimos más herramientas para entender cómo es la naturaleza humana y aceptar, entonces, los errores como un proceso que vale la pena atravesar, digno de un ser humano.

¿Cómo nos llevamos con el fracaso?.

Se puede ser amigo, amante o enemigo del fracaso, según como actuemos ante determinadas situaciones. Nuestra relación con él no suele ser demasiado buena ya que estamos acostumbrados desde niños a que los deseos se cumplan o que las cosas se obtengan fácilmente. Lloramos y enseguida nuestra madre nos cambia el pañal o nos da el biberón, por ejemplo. Eso hace que nos convirtamos en “inmediatismos para los resultados”.

Además, tenemos un poco la “vida fácil” si la comparamos con otras épocas. Sólo basta ir al mercado o llamar por teléfono para tener la comida en la mesa. Presionamos un interruptor y se ilumina una habitación, recibimos el correo al instante en nuestro PC, etc. Esto hace que nos hayamos acostumbrado a que todo funcione, resulte, ocurra en el momento. No sabemos a ciencia cierta qué es esperar, trabajar arduo, esforzarnos siempre más, etc.

Por su parte, la relación que tenemos con el fracaso puede deberse a que estamos parados en esta vida haciendo cosas que no nos gustan, no nos llenan el alma. En la medida en que nos vamos conectando con nosotros mismos, los recursos que poseemos y todo ello nos motiva, nunca más nos sentiremos unos completos “fracasados”.

No poder tolerar el error es un problema muy frecuente, sin embargo, hay algo bueno detrás de las equivocaciones. ¿Cómo? Sí, porque caer, nos implica levantarnos, buscar nuevas salidas o formas de transitar nuestro camino, conseguir más herramientas para enfrentar la situación, lograr los objetivos que nos hemos propuesto, etc.

El exito y el fracaso

Por último, es interesante destacar que una de las razones por las que nos cuesta tanto equivocarnos se debe a la necesidad constante de lograr el éxito, eso que muchos consideran el “exitismo”. El ritmo de vida actual y el afán por siempre ser los mejores en el trabajo, en la familia, en el barrio, etc, no nos permite disfrutar ni pararnos a pensar en lo que estamos haciendo.

Ese afán desmedido por el éxito no avala la derrota. Todos podemos triunfar a nuestro ritmo y de la forma que queramos, no como los estándares o estatutos sociales lo indiquen. En esta sociedad, lamentablemente, estamos divididos en dos grandes grupos: los triunfadores y los fracasados, o bien los ganadores y los perdedores. Y no es ridículo pensar entonces por qué es tan común la frustración desde que somos pequeños.


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