Rigidez cognitiva: qué es, manifestaciones y cómo trabajarla

La dificultad de flexibilizar cómo nos comportamos y qué pensamos es parte de la rigidez cognitiva. La mejoramos al abrir nuestras perspectivas, gestionar la frustración y buscar apoyo profesional. Te contamos más.
Rigidez cognitiva: qué es, manifestaciones y cómo trabajarla
Macarena Liliana Nuñez

Revisado y aprobado por la psicóloga Macarena Liliana Nuñez.

Escrito por Luz Marina Carpio

Última actualización: 01 mayo, 2025

Muchas veces nos cuesta modificar nuestros pensamientos y actitudes para adaptarnos al entorno. Esa imposibilidad que nos exige mantenernos en un mismo camino, para evitar posibles «sorpresas» en contextos más o menos inesperados, es lo que llamamos rigidez cognitiva.

Veámoslo en un ejemplo. Como cada mañana, Luisa se levanta con la intención de desayunar tostadas con mermelada de fresas. Ya es parte de la rutina que la anima a iniciar un buen día. Pero hoy se acabó la mermelada. Alguien con flexibilidad cognitiva se atrevería a comer sus tostadas con jalea de otro sabor o, incluso, sin acompañante. En cambio, Luisa opta por no desayunar. Se niega a probar cosas nuevas, por creer que eso alteraría su rutina y quizás no tenga un buen día.

Esta forma inflexible de pensamiento es mejorable con estrategias que van desde ampliar las alternativas, hasta practicar la atención plena y probar actividades lúdicas. Las técnicas dependen de cada caso. Acompáñanos a descubrir tanto sus causas y manifestación, como el abordaje y su impacto. Pero antes, profundicemos en el concepto.

¿Qué es la rigidez cognitiva y de qué manera nos impacta?

De acuerdo con información publicada por AcceSalud, la rigidez cognitiva es la «tendencia de mantener una misma idea, aún a pesar de que exista evidencia contraria, o hacer hincapié exclusivamente en aquellos aspectos de la realidad que concuerdan o confirman las expectativas y convicciones personales».

Esta limitante deriva en intolerancia, frustración e incapacidad de ver un abanico de posibilidades ante situaciones cotidianas que parecieran problemáticas cuando, en realidad, no lo son. Lo que ocurre es que creemos que es imposible moldear los pensamientos y acabamos sumidos en una oscuridad emocional que impacta en el crecimiento personal.

Un artículo de la Revista Académica Sociedad del Cocimiento Cunzac agrega que, como consecuencia del pensamiento inflexible, las personas no aprenden otras formas de ser, de recrear y de hacer, dañando sus relaciones interpersonales e intelectuales.

Esta dificultad para adaptarse a nuevos pensamientos o situaciones se da en niños y en adultos, y varía según el contexto.


Causas de la rigidez cognitiva

Como menciona un estudio del MIT, dos zonas del cerebro (la corteza prefrontal y una parte del tálamo) son fundamentales para pensar con flexibilidad y tomar buenas decisiones. Pero si estas áreas se ven afectadas por golpes en la cabeza o un ictus, por ejemplo, es posible que la persona tenga rigidez mental y le cueste adaptarse a los cambios.

Asimismo, surge como una característica del trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), ya que el individuo muestra apego a pensamientos y conductas repetitivas; inclusive, estudios refieren que los pacientes con TOC evidencian un deterioro profundo en la flexibilidad cognitiva.

En las personas dentro Trastorno del Espectro Autista (TEA), la inflexibilidad mental es causada por la resistencia al cambio, resultando necesaria la anticipación a actividades o modificaciones en sus rutinas (León Cruz, 2020). Otros factores ligados a esta dificultad son los siguientes:

  • Envejecimiento: a medida que avanza la edad disminuye la flexibilidad cognitiva.
  • Aprendizaje por observación: algunas personas imitan a otros individuos que tienen este comportamiento.
  • Contextos estresantes: los ambientes de mucha presión empujan a la terquedad de pensamiento, para sentirnos más seguros.
  • Deterioro cognitivo leve: se refiere a los problemas en las habilidades cognitivas o la memoria, cuyos síntomas (como la depresión o la irritabilidad) se asocian a la inflexibilidad de la mente, como reseña un artículo de Terapia Psicológica.
Aunque esta rigidez no es un trastorno en sí, por lo general, cursa en conjunto con otros como TEA, TOC, trastorno por déficit de atención e hiperactividad y trastornos alimenticios.

Cómo se manifiesta esta forma de pensamiento

Experimentar rigidez mental evidencia una tendencia a evitar el procesamiento de información compleja y no tolerar la incertidumbre; por el contrario, persigue el cumplimiento de estructuras, como se comenta en Avances en Psicología Latinoamericana. Estos son algunos ejemplos de rigidez cognitiva en la cotidianidad:

  • Aferramiento a creencias: Josefina es católica practicante y cree que si el viernes de Semana Santa no asiste a misa, aunque esté enferma, será castigada por Dios.
  • Autoexigencia: el temor a no cumplir con el lapso para entregar un proyecto laboral, cierra a Juan la posibilidad de reajustar fechas, sabiendo que es lo conveniente para conseguir mejores resultados.
  • Miedo al cambio: un niño de 8 años se niega a asistir a una nueva escuela, porque considera que sus compañeros no lo aceptarán, aunque todavía no conoce a ninguno de ellos. Él dice que no quiere pasar por esta situación.
  • Evitación de nuevas vivencias: Rebeca es una adolescente de 16 años que va al parque de diversiones con sus amigos. Es la única que no se sube a las atracciones, por pavor a que alguna de estas falle. Prefiere ver de lejos cómo los chicos disfrutan.
  • Dificultad para regular las emocionesal finalizar una exposición en la universidad, Pedro recibió críticas por parte de sus compañeros. Como respuesta, le ganó la rabia; en lugar de rescatar lo constructivo de las observaciones, pasa el día molesto.


Estrategias para fomentar un pensamiento más flexible

La ayuda psicológica es necesaria cuando la rigidez es tan acentuada que interfiere en la vida diaria; son útiles en estos casos las técnicas de exposición en imaginación frente a situaciones desafiantes, debido a que contribuyen a cuestionar las creencias limitantes. Otras veces, derrocamos la inflexibilidad aplicando métodos como los que pasamos a detallar.

1. Aceptar lo incierto

Cuando retamos la necesidad de certeza es más fácil aceptar realidades que distan del patrón que hay en nuestra mente, lo que simplifica la adaptación y la solución de situaciones que nos causan temor. Gestionar la incertidumbre y entender que no podemos controlarlo todo, ayuda a un pensamiento flexible.

2. Practicar mindfulness

El mindfulness favorece no solo la aceptación del criterio propio, «aquí y ahora», sino que incrementa la capacidad de observación y asimilación de acciones y pensamientos ajenos sin juzgar. Una publicación de PLOS One refiere que la práctica de la atención plena ofrece, entre sus beneficios sobre la rigidez cognitiva, una «menor tendencia a pasar por alto formas novedosas y adaptativas de respuesta».

Aparte, como ya se mencionó, una de las causas asociadas a esta forma de pensamiento es el envejecimiento y, según algunos estudios, el mindfulness reduce el estrés y ralentiza la atrofia cerebral que producen los años, la cual estría ligada a la inflexibilidad mental.

3. Promover la empatía

Ampliar el círculo social, conocer personas con perspectivas diferentes, prestar atención a sus argumentos y compartir los nuestros sin confrontar, fomenta la empatía y ayuda a crear relaciones sociales más sólidas. Esta es una forma de reencuadre positivo que rompe la rigurosidad mental.

4. Incentivar la lectura

Los niños con rigidez cognitiva suelen presentar dificultad en el aprendizaje y en el razonamiento, por lo que leer es un recurso de valor para potenciar la flexibilidad de la mente. Toda clase de lectura, en especial la de ciencia ficción, fomenta el desarrollo de la imaginación y el pensamiento abstracto.

5. Indagar otras perspectivas

Al analizar todas las alternativas para solucionar un problema, contemplamos perspectivas distintas a las nuestras. No te cierres a pedir opiniones y considerarlas; tal vez no coincidan con tu punto de vista, pero es posible que rescates algo positivo de estas. 

6. Salir de la zona de confort

Cruzar la frontera de lo que nuestra mente considera correcto o aceptable, no hacer lo que siempre hacemos, salirnos de lo cómodo o conocido, sin temor a errar, es uno de los métodos contra la terquedad mental. Que no te amarre el miedo al fracaso, sortea esta posibilidad como una parte de la vida de la cual obtienes aprendizaje.

7. Jugar

Dinámicas de estrategia, juegos de memoria, acertijos, adivinanzas Todas estas opciones colaboran con un pensamiento más flexible. ¡Y funcionan tanto para adultos como para niños!

En el caso de estos últimos, una publicación de la Enciclopedia Argentina de Salud explica que, para el rango comprendido entre los 3 y 5 años, los juegos de mesa que constan de clasificación de tarjetas, ya sea por color, forma u otras características, sirven para evaluar la flexibilidad del pensamiento. De hecho, matizan que, a partir de los 4 años, la tendencia es a mostrar un comportamiento más flexible.

Más juegos idóneos para abordar la rigidez mental infantil son: encontrar diferencias, resolver laberintos, dibujar siguiendo instrucciones.

8. Gestionar la frustración

En particular, cuando se trata de niños con pensamiento inflexible, conviene asesorarse con especialistas sobre el manejo de la frustración.

Para trabajar en este aspecto de la conducta, sobre todo en niños diagnosticados con TEA u otro trastorno, funciona anticiparles las consecuencias de sus acciones y cómo esto, además de afectarle a ellos, les afecta a otros. También el uso de pictogramas sirve para adelantarles cómo será su rutina y si habrá algún cambio en ella.

No hace falta caer en el castigo o la crítica; por el contrario, hay que tener una actitud paciente y aplicar la comunicación asertiva, dejando que el menor se exprese.

Como en el caso de los adultos, la intervención terapéutica tiene que centrarse en el contexto individual de cada niño.


Desata el nudo de la rigidez cognitiva

La rigidez cognitiva nos amarra a una única forma de pensar, limitando nuestro desenvolvimiento, afectando las interacciones con otras personas e impidiéndonos disfrutar diversas experiencias. Nos coarta la posibilidad de escoger entre alternativas que, en reiteradas ocasiones, son más favorecedoras que esas que nos dicta el encuadre mental propio.

Pero si sabemos aprovechar las ventajas de la flexibilidad cognitiva, dispondremos de opciones y estrategias para resolver conflictos, aprender en lo personal y lo profesional, probar experiencias enriquecedoras y, sobre todo, vivir sin ataduras. Deshacernos de una mente rígida es desatar un nudo de pensamientos que nos impide avanzar; es tener la valentía de hacer lo que sea, sin miedo a equivocarnos. ¡Seguro que puedes intentarlo!


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