¿Qué es y cómo reconocer la disgrafía?

Tener una letra ilegible, no poder expresar ideas de forma escrita o sufrir calambres mientras se escribe son características de un trastorno del aprendizaje que se detalla en este artículo.
¿Qué es y cómo reconocer la disgrafía?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 03 febrero, 2024

Frustración, problemas en el rendimiento académico y angustia emocional son consecuencias de la disgrafía. Reconocer este problema de forma temprana debería ser uno de los principales objetivos en los entornos educativos. Son muchos los niños que, a pesar de tener un cociente de inteligencia normal o más elevado, sufren el fracaso escolar a causa de estos problemas.

Esta condición, al igual que la dislexia o la discalculia, corresponde a los trastornos del procesamiento de la información. Son características que no se curan, que permanecen de por vida en la persona y pueden condicionarles de muchas maneras. Por fortuna, hay estrategias efectivas, que les permiten aprovechar todo su potencial y llevar una vida normal.

A la hora de diagnosticar la disgrafía son necesarias varias baterías de evaluaciones, como analizar las habilidades motoras finas del niño, su procesamiento espacial o las habilidades de planificación de la composición escrita.

Disgrafía: qué es, síntomas y tipologías

La disgrafía es un trastorno del aprendizaje con origen neurológico que cursa con dificultades en la escritura manual. De este modo, como bien sabemos, una competencia esencial en la alfabetización y desarrollo psicoescolar del niño es la lectoescritura. Y si ya de forma temprana surgen limitaciones para formar letras y números, esta alteración afectará a buena parte del currículum escolar.

De acuerdo con un trabajo difundido en Frontiers in Psychology, entre 7 % y 15 % de los niños sufren algún trastorno del desarrollo de la escritura, siendo los varones más afectados que las hembras. Cabe señalar que la disgrafía es como ese «cajón desastre» donde se incluye casi cualquier dificultad con la expresión escrita, la gramática, la caligrafía y hasta las matemáticas.

Es importante, por tanto, delimitar la información para tener una visión más clara y ajustada de esta alteración del aprendizaje; así, es posible actuar cuanto antes.



¿Cómo se manifiesta?

La disgrafía hace que el acto de escribir sea un proceso agotador, dificultoso y lento para el niño o el adulto. Cabe señalar que el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales-5 (DSM-5) no incluye este término como tal, pero describe la existencia de esas alteraciones neurológicas que afectan a la expresión escrita.

Se trata de una realidad clínica que, por lo general, se acompaña de las siguientes características:

  • Grafía muy descuidada.
  • Calambres en las manos.
  • Las letras se forman mal.
  • Omitir letras en las palabras.
  • Cansancio frecuente al escribir.
  • Problemas para sostener un lápiz.
  • Las oraciones aparecen inconexas.
  • Copiar los textos con mucha lentitud.
  • Dificultad para escribir en línea recta.
  • Imposibilidad de armar rompecabezas.
  • A veces se escribe al revés (escritura en espejo).
  • Cuesta mucho pensar y escribir al mismo tiempo.
  • Inconvenientes para hacerse el nudo de los zapatos.
  • Letras escritas muy distanciadas las unas de las otras.
  • No diferenciar las mayúsculas de las minúsculas en la escritura.
  • Cuesta enviar mensajes de texto y escribir en el teclado.
  • No usar o usar muy poco los signos de puntuación o acentuación.
  • El niño con disgrafía presenta una mala motricidad fina.
  • La disgrafía también aparece en las matemáticas y en la dificultad de escribir los números.

Es pertinente resaltar el impacto psicológico que la disgrafía tiene en la persona. La Universidad Johns Hopkins acota que esta condición neurológica puede condicionar por completo la vida académica del estudiante. No solo padecen más estrés y angustia, sino que quizás se enfrenten a limitaciones en la elección de carrera.

Cuando un niño se focaliza solo en procurar escribir mejor, todos sus recursos cognitivos se centran en esa área, dejando de lado otras tareas como procesar la información académica del día a día.

¿Qué tipos de disgrafía existen?

Desde la Universidad de California Irvine diferencian dos tipos de disgrafía básicas: la adquirida y la de desarrollo. Así, mientras la primera surge a raíz de un daño neurológico como un accidente; la segunda aparece en niños de edad escolar, como consecuencia de factores en su propio desarrollo cerebral, sin que exista un trauma externo.

Estas dos modalidades se manifiestan, a su vez, de tres maneras concretas detalladas a continuación:

Disgrafía espacial

  • Escritura muy desordenada.
  • Las letras y números tienen diferentes tamaños.
  • Aparece la letra espejo (escriben con una orientación de derecha a izquierda).

Disortografía o disgrafía disléxica

  • Problemas en la lectura.
  • Problemas en la expresión escrita.
  • Dificultad para hablar y expresarse.
  • Limitaciones para comprender lo que se lee.

Disgrafía motora

  • Le cuesta manipular objetos pequeños.
  • Limitaciones para hacer líneas, letras y números.
  • No puede sostener un lápiz en la mano y realizar trazos.
  • No pueden coger o manipular objetos pequeños o medianos.
  • Las alteraciones aparecen sobre todo en las habilidades motoras finas.


¿Cuáles son las causas asociadas?

Este trastorno del aprendizaje tiene múltiples causas etológicas y no aparece solo en entornos escolares. A menudo, un accidente neurovascular podría derivar en tal dificultad de la expresión escrita. Veamos, enseguida, los orígenes asociados:

  • Sufrir un ictus.
  • Alteraciones vasculares cerebrales.
  • Factores genéticos y hereditarios.
  • Las enfermedades neurodegenerativas.
  • Enfermedades en las neuronas motoras.
  • Retraso en el desarrollo de las áreas cerebrales relacionadas con motricidad fina.
  • Dificultades en la coordinación motora fina del cerebro y la memoria de trabajo (almacenar información sobre cómo se hace algo).
  • Traumatismo craneoencefálico. Como ejemplo, la revista Language and Cognitive Processes habla del caso de una joven de 24 años que desarrolló disgrafía a raíz de un accidente.

A la hora de diagnosticar la disgrafía hay que conocer si esta condición está presente en los padres.

Psicóloga con niña trabajando la disgrafía
Los psicopedagogos son los profesionales que deben detectar los problemas de aprendizaje en los alumnos.

¿Quién evalúa la disgrafía?

La disgrafía puede aparecer en los niños, pero también en los adultos a raíz de alguna enfermedad neurológica o trauma cerebrovascular. En ambos casos, es conveniente solicitar la ayuda del neuropsicólogo.

Este es el especialista idóneo para evaluar y tratar al paciente. Son figuras que se encargan de diagnosticar y realizar tratamientos en todas las condiciones cognitivas, emocionales y/o conductuales, originadas por un mal funcionamiento del sistema nervioso central, a su vez, provocado por una lesión o por un problema del desarrollo.

Por otro lado, en los ámbitos escolares, la figura del psicopedagogo es fundamental en la primera detección de las dificultades del aprendizaje de los alumnos. A partir de aquí, los deriva al profesional especializado. Asimismo, puede desarrollar programas de intervención curricular para tratar en los colegios estos casos.

¿Cómo se aborda este problema del aprendizaje?

Esta condición no se puede diagnosticar valorando en exclusiva la escritura de un niño y un adulto. No basta con que alguien «escriba mal». Es necesario llevar a cabo un adecuado diagnóstico y evaluar qué mecanismos de rehabilitación son los más adecuados. No será lo mismo tratar a un niño que a una persona que ha sufrido un ictus. ¿Cómo actuar? Toma nota.

Las pruebas para realizar el diagnóstico

A la hora de evaluar los trastornos del aprendizaje, en concreto, la disgrafía, aplicamos diferentes recursos y baterías de pruebas. Esto nos ayuda a diferenciarla de otras condiciones, como la dislexia. Se trata de los siguientes exámenes:

  • Tareas de dibujo.
  • Historial familiar.
  • Historial académico del alumno.
  • Evaluar habilidades fonológicas.
  • Historial médico del niño o adulto.
  • Evaluar la coordinación grafomotora.
  • Dictado de palabras y pseudopalabras.
  • Prueba para medir el cociente intelectual (CI).
  • Valorar el nivel de desarrollo del lenguaje oral.
  • Test estandarizados para la evaluación de la escritura.
  • Evaluar las habilidades de planificación de la composición escrita.
  • Pruebas neurológicas si las hubiera (a raíz de traumatismos, accidentes).

Es importante señalar que, a menudo, este trastorno cursa con otros problemas de aprendizaje u otras condiciones neurológicas o psicológicas, como el TDAH. Aquí la correcta valoración es primordial.

¿Cuáles son los tratamientos para la disgrafía?

Este trastorno no se cura; se rehabilita. Una persona puede tener una vida profesional exitosa manejando esta condición con adecuadas estrategias. A continuación, se plantea en qué consiste este abordaje.

  • Terapia para tratar el trastorno de la coordinación fina: con el propósito de mejorar la motricidad fina, se llevan a cabo ejercicios que favorecen la maduración de los movimientos manuales y la postura. Esto impactará no solo en la escritura, también en cualquier interacción ejecutada con las manos.
  • Programa de educación individualizado: el niño o adulto sigue un programa adaptado para sus necesidades, en la escuela o en una clínica de rehabilitación. En estos espacios se llevan cabo distintas terapias que ofrecen estrategias para que la persona asiente nuevas competencias y sepa manejar su diagnóstico.
  • Rehabilitación cognitiva e intervención psicológica: la rehabilitación cognitiva tiene dos objetivos concretos. El primero es mejorar la coordinación mano-ojo; para ello, se realizan ejercicios de reconocimiento de patrones y técnicas que coordinen el movimiento de las manos, con el lenguaje, la expresión escrita y oral, etc.

Desde un punto de vista psicológico, se procura concienciar al adulto o el niño de que debe involucrarse en estas tareas de rehabilitación. Es adecuado dar apoyo en la gestión del estrés, la frustración y mejora de la confianza y autoestima académica.

Respeto, empatía y paciencia: las claves del tratamiento

Para concluir, hay que recordar que los trastornos del aprendizaje y del desarrollo de la escritura son comunes entre la población. No solo la intervención temprana contribuye.

Debemos concienciarnos de estas realidades para intervenir desde el respeto, la empatía y la resiliencia entre quienes afrontan el diagnóstico. Un problema de escritura, de cálculo o de lectura no debe limitar el potencial del ser humano.


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