Los 7 tipos de inseguridades más comunes (y cómo trabajarlos)

Una de las inseguridades más frecuentes es la social. El temor a que nos juzguen o el miedo a no ser aceptados, puede hacer que tengamos dificultades para relacionarnos o lograr objetivos.
Los 7 tipos de inseguridades más comunes (y cómo trabajarlos)
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 04 febrero, 2025

¿Conoces a alguien tan seguro de sí mismo que siempre se muestre resolutivo y exitoso en toda situación? Esa persona no existe. Todos nosotros arrastramos alguna limitación o vulnerabilidad, aunque no lo demostremos. La sensación de no estar a la altura, de no ser lo bastante ingenioso, habilidoso o atractivo son tipos de inseguridades, algo muy recurrente y también humano.

Muchos «coleccionamos» más de una. El hecho de que esto sea así puede afectar nuestra calidad de vida, es cierto; pero la buena noticia es que todas pueden trabajarse. Además, tampoco debemos obsesionarnos con ser perfectos e infalibles, porque algo así también genera malestar. A continuación, te describimos cada una de estas dimensiones.

1. Inseguridad física 

Es casi inevitable hablar de las inseguridades sin empezar por la «reina» de todas ellas: la física. Cuerpos altos, bajos, delgados, con kilos de más y hasta normativos. Una parte significativa de la población no se siente cómoda con su aspecto. El origen de esta narrativa tan autodestructiva reside, por un lado, en esos estándares tan tiránicos de belleza que orquestan en nuestra sociedad.

Por otro, están esas experiencias de crítica o rechazo de nuestro pasado, vivencias que se dieron o bien a nivel familiar o social (escuela, grupos de amigos…). Todo ello crea costra: vergüenza, retraimiento social, baja autoestima, problemas de alimentación… En la actualidad, esta realidad ocasiona serios problemas entre adolescentes y adultos jóvenes.

Estrategias de afrontamiento

Desactivar o reformular las inseguridades físicas no es una tarea sencilla. A menudo, requiere trabajar narrativas familiares heredadas y hasta algún trauma. Lo más importante en estos casos es contar con un entorno social capaz de validarnos tal y como somos. Solo así aprendemos a no dar tanta importancia a lo que proyecta la sociedad y redes sociales.

Una estrategia efectiva es enfocarse en lo que el cuerpo puede hacer en lugar de cómo luce, apreciando sus capacidades y fortalezas. Es lo que conocemos como «neutralidad corporal», un concepto que, como bien se explica en Body Image, consiste en apreciar su funcionalidad sin necesidad de que te guste cada área de tu apariencia física.

Otra herramienta útil para trabajar la seguridad en tu apariencia es limitar el uso de redes sociales (o usarlas de manera más saludable), así como evitar esos ambientes que fomenten en ti las comparaciones dañinas.


2. Inseguridad emocional

¿Te cuesta vincularte? ¿No sientes seguridad a la hora de expresar tus necesidades y sentimientos? La inseguridad emocional dificulta construir relaciones de calidad. Y no solo eso. También limita tu potencial, porque piensas que no eres suficiente, que eres un perdedor o perdedora, que nadie te querrá nunca o que te abandonarán a la primera…

Con frecuencia, el efecto de esta hace que seas muy hipersensible a las críticas o que necesites muestras constantes de validación —migajas de afecto, vengan de donde vengan—. Esto puede provocar que caigas en vínculos de dependencia y que te cueste establecer límites saludables.

Estrategias de afrontamiento

¿De dónde crees que proviene esa inseguridad emocional? Varias de esas creencias limitantes tienen su origen en vivencias de abandono emocional o en un apego distorsionado en la infancia. En estos casos siempre será recomendable sanar esas heridas en un entorno terapéutico. De manera complementaria, te ayudará aprender herramientas de inteligencia emocional.

Por otro lado, practicar la autocompasión en tu día a día, aceptando tus imperfecciones, te permitirá edificar una mayor confianza en ti. Asimismo, procura rodearte de personas nutritivas, amigos, familiares y parejas que te brinden apoyo y validación emocional. Aprender a establecer límites de quien no te trata como mereces, es también algo esencial.

Recuerda que la vulnerabilidad, el expresar lo que sientes y necesitas, es una fortaleza, y que compartir emociones construye vínculos auténticos y más felices.

3. Inseguridad social

La inseguridad social traza una realidad muy frecuente: es el temor intenso al juicio o rechazo de los demás en todo contexto público. Esto se traduce en ansiedad, en inhibición y, en casos extremos, aislamiento. Si te identificas con esta característica, lo que experimentarás casi siempre es angustia y deseo de huir de toda situación que te haga sentir expuesto/a.

Esta realidad suele tener sus raíces en experiencias de rechazo en el seno de tu familia, en vivencias de bullying e incluso en una percepción negativa de ti que has construido con el tiempo. Procesar mal los fracasos u obsesionarte con lo que puedan pensar de ti traza, con frecuencia, esta limitación tan común.

Estrategias de afrontamiento

Un primer paso para sentir más seguridad de ti en los escenarios sociales es mejorar la autoeficacia. Como explican en Advances in Motivation Science, sentirte capaz de lograr lo que quieres, eleva tu motivación y confianza. Asimismo, potenciar tus habilidades sociales y regular tu ansiedad son dos pilares indiscutibles.

También es interesante desarrollar una mentalidad de apertura y curiosidad, en lugar de enfocarte en ti y en tus miedos. Siempre que logres desviar los pensamientos automáticos y negativos, como «todos me están juzgando», lograrás tener un mejor control de tu persona en el día a día.

Practicar la relajación, como la respiración profunda antes de exponerte a cualquier situación social, te permitirá reducir el estrés. No obstante, ten en cuenta que nadie es perfecto y que los errores son normales en cualquier interacción.

4. Inseguridad a la hora de decidir

La inseguridad decisoria define a quien le cuesta tomar decisiones y cae en estados de bloqueo absoluto o duda persistente. Si te identificas con esta tipología, sabes lo que supone. Es atascarte y dejarte llevar al final por lo que otros deliberan por ti. El origen puede deberse a factores como una baja autoestima, miedo al fracaso, ansiedad, etc.

Esta inseguridad se acompaña casi siempre por la parálisis por análisis, es decir, un exceso de evaluación de todas las opciones, hasta el punto de no poder actuar. En muchos casos, estas dudas generan estrés y un desgaste emocional significativo, impidiendo aprovechar oportunidades o tener mayor control de las cosas.

Estrategias de afrontamiento

Ante la inseguridad persistente que te impide decidir, opta por cultivar la autoconfianza. Las técnicas como el autorrefuerzo positivo y el reconocimiento de pequeños logros en el día a día ayudan. Recordar que no todas las decisiones que tomes tienen que ser perfectas, reducirá tu ansiedad y te permitirá una mayor apertura para el aprendizaje.

Además, establecer límites concretos en el tiempo para tomar una decisión, evita que derives en la parálisis por análisis. Por último, aceptar la incertidumbre y buscar apoyo o consejo en tus personas de confianza, puede proporcionarte nuevas perspectivas para pensar en una resolución. La que tú elijas.

Cuando la inseguridad te permita decidir, pregúntate: «¿Qué es lo peor que puede pasar?». Al poner nombre a tus miedos, racionalizas mejor las situación y vas logrando un mayor control de ti.

5. Inseguridad de autorrealización

¿Te cuesta clarificar los objetivos vitales que te motivan? ¿No tienes claro qué quieres o necesitas para sentirte realizado/a? La inseguridad de autorrealización surge cuando hay una falta de propósito o miedo constante al fracaso. Esta realidad se ve con frecuencia en quien se pasa años dando tumbos sin focalizarse en una meta clara que le ilusione y le dé esperanza.

Con frecuencia, las personas se sienten bloqueadas al no saber si están eligiendo el camino correcto o si tienen los recursos internos para triunfar. Algo así te hace caer en la trampa de la procrastinación, en la desmotivación que apaga los ánimos y que te conduce al estancamiento.

Estrategias de afrontamiento

Lo primero es conectar con tus valores. Solo cuando sabes qué te define como persona, puedes sintonizar con tus sueños y objetivos. Después, llega el momento de dividir los objetivos en metas pequeñas alcanzables, celebrando cada logro, por mínimo que sea.

Háblate para comprender qué es lo que te da sentido y trascendencia. En caso de que te siga costando descubrir cómo te sentirías autorrealizado/a, empieza por exponerte a nuevas experiencias. Conoce gente, viaja, acumula aprendizajes y deja que tu mente se interese por nuevas perspectivas vitales.

Una técnica interesante para reducir tu inseguridad en la autorrealización es llevar un diario de reflexiones que te permita identificar patrones de pensamientos negativos y reemplazarlos con afirmaciones más constructivas.

6. Inseguridad parental

Entre los tipos de inseguridad más recurrentes está la de la parentalidad. Criar y educar a un hijo genera muchos miedos. Esto mismo es lo que nos explican en The Journal of Perinatal Education, al describirnos cómo las madres suelen afrontar esta etapa. El querer «hacerlo todo bien» genera una gran ansiedad y distorsiona muchos pensamientos.

La inseguridad parental aparece cuando las personas dudan de su capacidad para atender a los hijos tal y como merecen. Esto puede deberse a la falta de experiencia, ideales poco realistas sobre la paternidad y la maternidad o a críticas externas. Aunque nos sorprenda, lo cierto es que es una realidad muy frecuente.

Estrategias de afrontamiento

Si te identificas con este tipo de inseguridad, ten en cuenta que la crianza no es perfecta y que cometer errores es parte del proceso. Busca información fiable y apoyo en grupos de padres. Esto te facilitará herramientas prácticas y emocionales para tu día a día. No obstante, recuerda siempre cuidarte a ti. Solo así das lo mejor a tu hijo.

A menudo, el simple hecho de vivir una experiencia nueva como es tener un hijo, hace que aparezcan un sinfín de temores o inseguridades. Al fin y al cabo, estamos adentrándonos a algo nuevo y es muy normal sentirnos algo inseguros/as.

7. Inseguridad sexual

La inseguridad sexual se manifiesta cuando piensas que no eres suficiente o adecuado/a en el ámbito íntimo. Esta percepción surge al no sentir seguridad con tu apariencia, si hay miedos o te obsesionas con el propio desempeño sexual. Algo así da forma a experiencias negativas e incluso traumáticas, que limitan tu autoestima y dificultan la conexión en las relaciones.

Estrategias de afrontamiento

Para reducir la inseguridad en el ámbito sexoafectivo es importante fomentar la comunicación abierta y sincera con tu pareja. A veces, algo tan sencillo como explorar la sexualidad de manera gradual, primero contigo y después con tu compañero/a, puede ayudarte. Como también lo hará la aceptación del propio cuerpo a través de ejercicios de reflexión y visualización positiva.

Practicar técnicas de atención plena para enfocarte en el momento presente, en lugar de juzgarte o anticipar posibles errores, es un recurso muy útil. El objetivo final es que recuperes la sensación de control, disfrute y autenticidad en tu vida sexual.

Ante la inseguridad sexual es fundamental identificar el origen de esta sensación, explorando posibles creencias negativas, críticas internas o experiencias traumáticas que estén influyendo en esa percepción.


Las inseguridades, miedos normales que a veces limitan

No son cómodas, cuesta eliminarlas y, a veces, entorpecen nuestro potencial. Es cierto que los diferentes tipos de inseguridades actúan como barreras que nos limitan. Sin embargo, también nos ofrecen la oportunidad de explorar nuestras vulnerabilidades más profundas.

Identificar y entender el origen de estas inseguridades permite que te conozcas mejor como persona. Es entonces cuando sitúas una mirada más compasiva en ti, para iniciar un proceso de crecimiento y de empoderamiento. Este viaje no es fácil, porque estarás tomando contacto con tus miedos más profundos, pero tal artesanía siempre valdrá la pena.


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