Los tipos de afecto que existen y sus características

Hay afectos, como el amplio, que pueden ser muy positivos para la salud mental; pero están otros que se asocian a diversas patologías, como la esquizofrenia o el trastorno de estrés postraumático. Te lo explicamos.
Los tipos de afecto que existen y sus características
Macarena Liliana Nuñez

Revisado y aprobado por la psicóloga Macarena Liliana Nuñez.

Escrito por Daniela Bernal

Última actualización: 21 abril, 2025

Si hablamos sobre los tipos de afecto, seguro que lo primero que se te viene a la cabeza es el amor que alguien siente por su familia, amigos o pareja. Pero, los especialistas difieren un poco de esa idea. De acuerdo con la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), el afecto comprende todos los sentimientos y emociones, positivas y negativas, desde las más simples hasta las más complejas, incluso las reacciones emocionales normales y las más patológicas.

Es decir, tanto sentir alegría u optimismo, como sentirte triste o con miedo, forman parte del afecto. Ten en cuenta que este juega un papel crucial en los diferentes aspectos de la vida, tal es el caso del ámbito familiar, laboral, amistades, entre otros.

Por ejemplo, en su vertiente positiva, puede facilitar la formación de relaciones interpersonales sólidas y duraderas. Mientras que los sentimientos y emociones relacionadas con el polo negativo del afecto se asocian a problemas de comunicación, baja autoestima o trastornos —como la depresión mayor—, si se experimentan de forma sostenida. Hasta ahora, quizás pienses que solo hay dos clases de afecto, pero son más, y enseguida las detallaremos.

1. Afecto amplio

La persona siente y exterioriza una amplia gama de emociones, desde la ira hasta la dicha o alegría, de forma flexible y adecuada. Este afecto se asocia con una mayor salud mental, y es que con él la persona transmite sus emociones de manera efectiva, fortalece sus lazos con los demás e incluso se adapta mejor al entorno cambiante.

Un ejemplo de ello es cuando alguien llora y se siente triste por la muerte de un familiar, o cuando se siente feliz por ganar la lotería.



2. Afecto positivo

Como su nombre lo indica, tiene que ver con emociones positivas y agradables, tal es el caso de la alegría, la satisfacción o el optimismo. Ahora, debes tener en cuenta que este afecto posee diferentes intensidades, y con base en ellas puede tener unas características en particular.

Por ejemplo, de acuerdo con un estudio publicado en la Revista Psicothema, una de las particularidades de un afecto positivo alto son la alta energía y concentración; mientras que cuando este se encuentra bajo puede llevar al letargo.

El afecto positivo lo evidencias en la mayoría de los aspectos de la vida, como al sentirte orgulloso por alcanzar una meta académica o laboral. También, al alegrarte por ver a una persona querida. Los expertos suelen asociarlo con varios beneficios a la salud, como reducir el riesgo de padecer depresión y ansiedad.

3. Afecto negativo

Contrario al anterior, en este afecto se presentan emociones y sentimientos negativos o desagradables, como la tristeza. Al igual que el positivo, también cuenta con diferentes niveles o intensidades: si es alto desencadena ira, culpa, temor y nerviosismo; en cambio, los niveles bajos se vinculan con calma y serenidad.

Se manifiesta en las relaciones de formas diferentes. Imagina que discutes con tu pareja, en ese momento sientes ira, pero luego tristeza. De igual modo, surge cuando te decepcionas por no ganar un concurso. En cuanto a cómo afecta el bienestar, se vuelve problemático si lo vives de forma continua o frecuente, pues conlleva a problemas como la depresión o el aislamiento social.

4. Afecto básico

Este tipo de afecto es propuesto por autores en neuropsicología o psicología evolutiva. Un artículo en la revista Advances in Experimental Social Psychology lo define como un estado de placer o displacer con cierto grado de excitación. Es decir, tienes una emoción negativa o positiva que no puede estar separada de la excitación.

Se trata de un afecto biológicamente básico y universal. Veámoslo en este escenario: un bebé que tiene hambre llorará y se moverá inquieto en su cuna, para llamar la atención de sus cuidadores y que le den de comer. En este caso, la emoción de ese bebé es de displacer y su nivel de excitación es alto, por su llanto y movimientos.

Con respecto a sus efectos en el bienestar, depende de las emociones y la intensidad de las mismas. Un afecto básico con emociones positivas en intensidad alta, puede generarte una mayor satisfacción; uno con emociones negativas en alta intensidad se asocia a trastornos relacionados con ansiedad y hasta sueño.

5. Afecto ambivalente

También lo conocen como ambivalencia afectiva y describe sentimientos y actitudes contradictorias hacia el mismo objeto, situación o persona. Lo vemos en alguien que dice querer mucho a su amiga o amigo, pero al mismo tiempo siente celos y envidia por él o ella.

Al igual que otros tipos de afecto, puede traer varios problemas en las relaciones. Y es que este comportamiento dificulta que la persona cree vínculos sólidos con los demás, lo que tiende a afectar su autoestima y llevar a un aislamiento social.

Ten en cuenta que cuando la ambivalencia se vuelve extrema, puede ser un síntoma de enfermedades como la esquizofrenia, tal y como señala la APA. De igual forma, es posible que se presente en trastornos de personalidad o en procesos emocionales normales, como el duelo.

6. Afecto rígido

La principal característica del afecto rígido es que los sentimientos y emociones permanecen iguales, no importando los cambios que se produzcan en el exterior. Los expertos de la APA señalan que este tipo es común en patologías como el trastorno obsesivo-compulsivo y la esquizofrenia. Puede generar sensación de angustia a quien lo experimenta, así como deteriorar sus relaciones con los demás.

Otra de sus manifestaciones es la dificultad para adaptarse a situaciones sociales, debido a que la persona puede parecer insensible ante otros. Lo exponemos en este ejemplo: a alguien le acaban de informar la muerte de un familiar y su tono de voz, expresión y sentir permanecen planos y monótonos, igual que antes de saber la noticia.

7. Afecto inapropiado

Llamado también paratimia, este es un trastorno de la afectividad en el que la persona exterioriza expresiones y gestos que no van en sintonía con lo que siente o con el contexto en el que se da la situación. Por ejemplo, llora de forma desconsolada y con expresión de sufrimiento, aunque dice sentirse muy feliz.

Este trastorno se encuentra asociado a diversas patologías, como la esquizofrenia, la depresión o las manías. Al igual que el caso anterior, el afecto inapropiado puede afectar de forma negativa el bienestar, ya que reduciría la confianza en las relaciones, causaría malentendidos, frustración, etc.

8. Afecto lábil

Una persona con afecto lábil cambia de forma rápida y brusca la expresión afectiva, como indica la Clínica Universidad de Navarra. Imagina a alguien que se encuentra en una fiesta y ríe de forma efusiva; pero luego llora de manera descontrolada al escuchar sobre un recuerdo que alguien comentó.

Si bien es cierto que estos cambios pueden recordar a la bipolaridad, hay diferencias entre la labilidad y el trastorno bipolar. Una de ellas es la corta duración del afecto lábil (minutos), en contraste con la prolongada duración de la bipolaridad (días). También, se distinguen en la intensidad, criterios diagnósticos formales y presencia de síntomas funcionales adicionales, como ideación grandiosa, disminución de necesidad de sueño, entre otros.

En cuanto a los efectos que este afecto trae a la persona, está la dificultad para adaptarse a las distintas situaciones sociales, así como para regular las emociones; mientras que a su alrededor puede generar confusión.

9. Afecto restringido

También le dicen constreñido y este tipo de afecto se caracteriza por presentar una reducción ligera de las expresiones emocionales. Se manifiesta con expresiones faciales limitadas, tono de voz aplanado y gestos menos efusivos. Como podrás imaginar, esto afecta el bienestar emocional. Puede causar frustración, malentendidos y dificultad para comunicarse y formar vínculos.

Un ejemplo sería la siguiente situación: piensa en alguien a quien le dan la noticia de que consiguió un trabajo que deseaba mucho. Normalmente, estaría alegre y efusivo, pero si sufre de afecto restringido, contendrá y atenuará sus expresiones faciales.

10. Afecto embotado

De manera coloquial y no clínica, podríamos decir que este es el «siguiente nivel» del afecto anterior. Se caracteriza por la ausencia significativa de reacciones afectivas. Esto quiere decir que se pueden observar algunas emociones, pero mucho menores que en el afecto restringido.

La Clínica de la Universidad de Navarra indica que este es común en la psicosis esquizofrénica. Pero que también puede deberse a alteraciones psíquicas derivadas de la edad, trastorno de estrés postraumático, trastornos neurológicos o depresión mayor. Por ejemplo, alguien con este afecto se mostrará desinteresado y apagado ante lo que le rodea, con poco entusiasmo o incluso distante.

11. Afecto aplanado

Es el afecto más severo, en lo que a restricción de expresiones se refiere. Se define como la ausencia o práctica ausencia de expresiones afectivas. Abarca no solo el semblante (cara inmóvil), sino también el lenguaje corporal (mínimo y limitado) y tono de voz (monótono).

Suele ser un signo de patologías, como la esquizofrenia. Y puede hacer que las personas disfruten menos de interacciones sociales o actividades recreativas.

Como ejemplo, imaginemos a una persona sentada en una banca de un parque. A su alrededor hay diversos estímulos, como el canto de las aves, niños riendo y adultos hablando. Pero este individuo permanece con la misma expresión facial, carente de emoción, y su vista se mantiene en un punto fijo en el espacio; como si no estuviera en el lugar.



Si los afectos que experimentas afectan tu calidad de vida, es necesario buscar ayuda

No todos los tipos de afecto requieren intervención profesional. Cualquiera siente afectos positivos y negativos a diario, y no quiere decir que deba buscar ayuda.

Pero, si tus emociones te causan malestar y afectan de forma negativa tu calidad de vida y relaciones, entonces sí es momento de hacerlo. De igual manera, si tienes cambios de humor muy extremos, dificultad para controlar lo que sientes o pensamientos suicidas.

Acudir a terapia con un experto puede ayudarte a comprender y manejar tus emociones de una mejor manera. Así como también detectar otras patologías que podrían estar detrás de los tipos de afecto que te causan malestar. La intervención especializada es el primer paso en el camino para recuperar tu bienestar emocional.


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